lunes, 4 de mayo de 2015

Desaparecer

Que había perdido el alma, eso sentía. Las lagrimas le caían silenciosas mientras caminaba sin rumbo fijo, donde fuera, lejos de aquel lugar donde la habían  destrozado. Las alas rotas, desplumadas, se arrastraban por aquel terreno pedregoso, áspero, irregular, como lo hacían sus pies. Gritaba pidiendo ayuda, pero su propia voz le resultaba ajena. Su cuerpo, tembloroso, desnudo, lastimado, no era mas que una cascara vacía que se movía en modo automático. Aun no sentía el dolor de los golpes y los arañazos a pesar de estar cubierta de magulladuras y moretones. Ella no estaba ahí, no estaba en aquel paisaje desconocido, abandonada a su suerte... no, aquello no estaba sucediendo. No habían profanado su cuerpo, no le habían arrancado de cuajo su libertad y apagado su luz. No, aquello no había sucedido, no estaba pasando. No era cierto, seguramente todo había sido un mal sueño... Seguramente ella no se encontraba allí, sino en su hogar, lejos, muy lejos, en el ayer, donde nada era puro, pero todo era bello, donde el sol no quemaba y el silencio era compañía, donde la soledad no era sinónimo de desprotecciòn, donde siempre había que alguien que la guiara de vuelta a casa. Esperaba que pronto todo volvería a la normalidad, pronto despertaría de aquella terrible pesadilla, pronto descubriría que en realidad nada de aquello había sucedido... pronto. Al menos eso, quería creer, porque en aquel momento, era lo único que la mantenía con vida.

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