martes, 5 de mayo de 2015

Yo, un cronopio.

"...Los cronopios, esos seres desordenados y tibios..."

Seguramente, cada uno de nosotros tendrá una versión un poco distinta de los cronopios, y aun así Cortàzar nos regalo las características mas importantes impresas en papel. Yo, me siento cronopio, tal vez por descarte, tal vez por simple instinto, o tal vez por pertenencia.
Me resulta dificil definirme a mi misma. Se que me veo de una manera y los demás me verán de otra. Conozco un par de pensamientos ajenos sobre mi persona. A veces pienso que debería darle un papelito, uno chiquito, doblado en siete partes, y que al desplegarlo cause alboroto; a aquellas personas que tengan la valentía de querer conocerme. Y que ese papelito avise sobre mis efectos adversos, fantasmas secundarios, advertencias que indiquen cuando alejarse... Si después de todo eso, el osado o muy tonto consumidor, no salio espantado, podría encontrar en el ultimo rincón mas escondido de aquel recetario, mis sonrisas sinceras, mis abrazos fuertes, mis locuras instantáneas. 
Si... debería existir tal hoja. Seguramente diría cosas como que tengo un carácter fuerte, y que puedo llegar a ser muy extremista.; pero también que algún día deje de tenerle miedo a la oscuridad cuando descubrí que los monstruos iban por dentro, y que a veces todavía, me hacen llorar y me dejan hecha un trapo de piso. Que levanto muchas veces cuatro paredes a mi alrededor, para que nadie me alcance. También añadiría que puedo llegar a ser muy egoísta e incluso malvada, que tengo una lengua de víbora y conozco las palabras exactas para lastimar a alguien, soy dañina. Tengo miradas que espantan. Admitiría que soy criticona, irascible y me pongo de mal humor cuando tengo sueño y hambre;  que prefiero andar por la vida en pijamas y despeinada, y que me gusta mucho (pero con moderación) decir malas palabras. Dejaría asentado que tengo muchos secretos guardados, y que solo llegar a conocerlos las personas que difícilmente se ganen mi confianza. Y algunas veces, soy caprichosa y cabeza dura. Soy un poco excéntrica y odio el jamón. Y etcétera, etcétera, etcétera.... La lista es interminable.
Sin embargo, mucho después de eso, detrás de tanto escombro, encontrarían a una cronopia que aunque a veces le falte el filtro, es honesta con lo que dice y siente. Que sabe escuchar a los demás, y guardar secretos como guarda los propios. Que le tiende una mano a quien lo necesite, con sinceridad, dejando las diferencias de lado. Que tiene vocacion por lo que hace, porque esta convencía de que sin amor, las cosas no funcionan. También se darán cuenta de que me doy entera a todo, que las cosas, cuando decido hacerlas, las hago dando todo de mi, dejando en ellas sudor y lágrimas. Que cuando lloro, lloro hasta soltar la última lágrima, que cuando río, se me sale toda la fuerza en cada carcajada, que cuando me enfado, lo hago con toda mi energía, que cuando grito, me dejo la garganta.
Quizás esté un poquitín loca. Pero adoro cuando alguien sonríe gracias a una de mis locuras. Es especial el sentir que alguien es feliz al estar a tu lado. Tampoco soy perfecta, de hecho, no creo en la perfección. Pero creo en que lo especial se encuentra entre los defectos y las virtudes. Pienso que para demostrar el amor, no hay por qué estar recordándolo a todas horas, se me hace un poquito pesado, la verdad, pero sí, demostrarlo con pequeños detalles. Me suele impresionar lo más común. A veces, en la sencillez se encuentra lo más bonito. Creo en que después de una puerta, siempre habrá otra, que si es mala, habrá una buena, pero que en una de ellas se encontrará la más indicada, la verdadera. ¿Por qué no creer en el amor a primera vista? Me parece el más hermoso, el más puro, pero eso no quiere decir que los demás no lo sean. Quizás sea un poquito rara, pero soy como soy, y eso nadie lo va a cambiar.

lunes, 4 de mayo de 2015

Desafìos

(Nota escrita en 2011) 

Hoy termine de convencerme, o tal vez siempre lo supe. Hoy asumo las consecuencias de lo que digo. Me hago responsable de mis actos.
Se que por esta elección, quizás me tocara sufrir; que llorare otra vez y que tal vez, aunque me esfuerce, me toque perder.
No importa. No es que no lo haya considerado, de hecho le di mil vueltas al asunto en mi cabeza. Se a lo que me enfrento, ya lo pase antes... Aunque aun asi, esta vez es diferente...
Gracias por los consejos, pero ya no los voy a necesitar. No voy a rogar que me consuelen en caso de fallar, porque no es ese el objetivo.
Y esta vez sera diferente, porque desde hoy, tomo los riesgos. Hoy elijo jugarmela por vos, hoy decido luchar por lo que quiero.

Deseos de cosas imposibles

Nota escrita en 2011 (Y parece que no cambie mucho tampoco)

Sencillamente, estoy harta. Me canse. A veces los cuentos cambian pero el final termina siendo el mismo. Estoy hasta acá de coqueteos baratos, de besos inútiles, de caricias vacías. Es que no entiendo porque no entienden lo que pido, lo que busco, lo que quiero. No pido que me puedan dar eso que ansío, pero ¿porque simplemente no se hacen a un costado y me evitan la parte de la desilusión, el dolor y tener otra vez el corazón destrozado? 
Lo lamento. No soy de esas chicas fáciles que solo quieren jugar, tampoco soy la histérica que no tiene en claro lo que quiere ni le importa a quien lastima, ni la tonta que no sabe sumar.  Perdón sino cumplo con sus expectativas, pero no voy ni quiero cambiar. 
Solo quiero palabras sinceras no frases disfrazadas esperando solo un guiño. Quiero que si hay diversión, este acompañada de amor, y no de falsas expectativas y besos sin sentido. Quiero regalar mis mejores sonrisas a alguien que las disfrute. Quiero llorar de felicidad y sentir que vuelo. 
Quisiera un abrazo y sentir mariposas en la panza. Solo me gustaría... Sentirme de verdad viva, aunque fuera solo por momentos, y devolverle a esa persona mi alegría de la misma manera.
Tal vez no sean cosas tan simples de dar, y tal vez si soy una tonta que leyó demasiados libros de amor.

Desaparecer

Que había perdido el alma, eso sentía. Las lagrimas le caían silenciosas mientras caminaba sin rumbo fijo, donde fuera, lejos de aquel lugar donde la habían  destrozado. Las alas rotas, desplumadas, se arrastraban por aquel terreno pedregoso, áspero, irregular, como lo hacían sus pies. Gritaba pidiendo ayuda, pero su propia voz le resultaba ajena. Su cuerpo, tembloroso, desnudo, lastimado, no era mas que una cascara vacía que se movía en modo automático. Aun no sentía el dolor de los golpes y los arañazos a pesar de estar cubierta de magulladuras y moretones. Ella no estaba ahí, no estaba en aquel paisaje desconocido, abandonada a su suerte... no, aquello no estaba sucediendo. No habían profanado su cuerpo, no le habían arrancado de cuajo su libertad y apagado su luz. No, aquello no había sucedido, no estaba pasando. No era cierto, seguramente todo había sido un mal sueño... Seguramente ella no se encontraba allí, sino en su hogar, lejos, muy lejos, en el ayer, donde nada era puro, pero todo era bello, donde el sol no quemaba y el silencio era compañía, donde la soledad no era sinónimo de desprotecciòn, donde siempre había que alguien que la guiara de vuelta a casa. Esperaba que pronto todo volvería a la normalidad, pronto despertaría de aquella terrible pesadilla, pronto descubriría que en realidad nada de aquello había sucedido... pronto. Al menos eso, quería creer, porque en aquel momento, era lo único que la mantenía con vida.

sábado, 2 de mayo de 2015

Sesgos.

Sola. Volví sola caminando a casa. Aquella noche de otoño era fresca. El viento barría las hojas secas del suelo, las personas a mi alrededor iban bien abrigadas, también yo. 
No llegaba a ser medianoche en aquel sábado de mayo. Las calles estaban en calma, adornadas con los tranquilos murmullos de los transeúntes, jóvenes, en su mayoría, probablemente en camino a divertirse, salir con amigos, disfrutar de la pausa de la semana. 
Yo caminaba sola. Paso a paso me alejaba del teatro, al que había ido también sin compañía. No me importaba, de hecho, no deseaba ver a nadie. 
Me había arreglado horas antes de partir solo para poder quererme un poquito ante el espejo. Tapé como pude mis profundas y oscuras ojeras, decore los ojos tristes, humedecí mis labios. Todo resultaba inútil, no había con que levantar mi animo encaprichado en arrastrarse por piso, pero, ¿que mas daba? Si igual todo se iría pronto al infierno, no iba a disfrutar menos por ello. 
Intente concentrarme en el ballet una vez sentada en la cómoda butaca de la primera fila, en el medio. Resultaba asombroso todo lo que los bailarines transmtìan con cada movimiento, cada gesto, cada mirada. Como todo eso coordinaba con cada nota de la orquesta... Y lloré. Lloré porque aquello movilizaba algo dentro de mi que se inquietaba ante tan anhelante armonía. Deseaba llevarme conmigo la paz que reinaba con la música, con la danza, sabiendo que no sucedería; que todo eso se quedaba adentro de la colmada sala Ginastera. 
Me picaban las palmas de las manos al salir, y la nariz se me empezaba a poner roja. Mi pelo volaba como las hojas del suelo. Nadie caminaba conmigo, y aun así no sentí miedo de las calles oscuras, no me sentí una extraña siendo acechada por la noche, porque los fantasmas iban por dentro; porque el frío que me perseguía era el de mi alma. La calma era por fuera, la soledad solo por dentro... Soledad que no me deja sola ni un segundo, que lleva a destruir todo lo que toco, la que me aísla como náufrago en mi propia isla, que es la casa vacía a la que llego esta noche, a obscuras, como mi alma, como yo misma. 

viernes, 1 de mayo de 2015

(Titulo) - Prefacio: Principio del fin

Presento acá mi pequeño proyecto. Ya veremos en que se convierte. Por ahora, este es el prologo. Disfruten el viaje...

"Ya por acá damos la vuelta, y ahí las voy a dejar”. Un escalofrío intenso me recorrió desde el cuello por toda la espalda, de punta a punta, mi médula espinal. Mantuve la cabeza gacha, la mirada fija en el suelo terroso e intenté tragar saliva, pero de un momento a otro, tenìa la boca tan seca como el suelo donde caminaba.  
A pesar de habernos asegurado que solo le interesaba la plata, ni siquiera el celular; cuando él comentó que el fin del trayecto se avecinaba, algo en mi mente me advirtió... no de una forma asustada ni paranoica, solo como afirmando un hecho, una verdad que estaba ahí para dejar de ser ignorada: -nos va a matar. No hay salida, nos va a matar.