sábado, 26 de diciembre de 2015

Hora de seguir adelante

Pocos días atrás, una amiga me hizo una pregunta que suelo hacerme todos los años a esta altura del partido. Una pregunta sobre la que me gusta reflexionar, filosofar, divagar, y cuya respuesta al momento en que otra persona me la pide, esta preparada para brotar de mi boca. No fue ninguna encrucijada el planteo, y sin embargo me descubrí casi esquivàndome a mi misma la respuesta. No había querido pensarlo hasta ahora. Hace màs de un año que no quiero pensarlo. Hace mas de un año que resigne esa costumbre por pura obsesión de solo permitirme mirar hacia atrás únicamente si es por descuido.
"¿Cual fue tu balance del año?" Me dijo. Hice una breve pausa, y entonces, empecé a analizar en voz alta estos casi 365 días, para intentar llegar a una conclusión. Y lo único que se me ocurrió, fue decir burdamente "fue un año choto". 
Debe ser porque estos dos últimos años, en parte se fusionaron en uno solo, y por otro lado fue como si el nuevo año no hubiera empezado un 1 de enero, porque tenìa mucho del anterior. Ni siento que termine este 31 de diciembre, porque queda mucho por concluir, muchos capítulos por cerrar, que continuaran o que no van a terminar nunca. 
¿Será que después de tantas sacudidas, uno empieza a ver correr el tiempo de otra manera? Es como que cuando la vida te pateò el tablero una última vez, en esa gota que rebalsò el vaso, de repente... de repente caminas como alma en pena entre los vivos: estas acá, pero en otro lado. Entre ellos, pero no uno de ellos. El calor se convierte frío en el alma. El reloj pasa mas lento. Lo que antes parecía imprescindible, ahora da igual. Y lo que en otro momento fue subestimado, hoy resulta indispensable. 
Las horas avanzan en el reloj. El tiempo toma otro significado. Tic, tac. Tic, tac. Tic...tac...tic. 
Ya no puedo hacer un balance de año, porque prefiero sacar una conclusión de mi día a día. Al fin y al cabo eso es lo que cuenta, el momento, el carpe diem hoy tan asquerosamente manoseado en boca de todos y en el alma de nadie. Y aun así, es lo que único que vale. 
Hay días malos, muy malos. Días negros, días que querès enterrar en un fondo infinito, hasta que no existan mas, que desaparezcan, que se olviden. Van a seguir ahí hasta el fin de los tiempos, hasta el ultimo suspiro. 
Pero si tenemos suerte, a veces, también estén esos días buenos. Tan llenos de magia, de luz, de risas, de abrazos... incluso si la suerte es mucha, también llenos de amor, tan pero tan llenos, que por un rato hagan que las heridas cicatricen, que no duelan, y que se grabe una sonrisa imparable, al menos por unos minutos, quizás hasta por unas horas. Por esos días, vale cada respiro. Por días,así vale la pena seguir vivos. 

https://www.youtube.com/watch?v=Rz2tbJhK61A