lunes, 27 de abril de 2015

Catarsis

-'Vení'- murmuró, mientras me acercaba contra el pecho cálido y me abrazaba por la cintura.
Y sonreí, porque me tomó por sorpresa, porque estaba experimentando un acto de ternura tan simple, tan puro, tan espontáneo. El no me vio, claro, porque lo hizo sin pensar y se volvió a dormir, y además, yo estaba de espaldas. Pero ahí estaba plantada en mi cara esa sonrisa impecable que se me había dibujado ante aquel gesto y parecía no querer irse, pero tampoco intente quitarla, porque por un momento fugaz e imperceptible casi, me sentí completamente en paz, indestructible, totalmente protegida.
Respiré hondo, y dejé que pesados, mis párpados cayeran y la luz se apagara de pronto, deseando que aquel instante durara para siempre, sabiendo en el fondo de mi ser que eso no pasaría, porque todo en esta vida tiene fecha de caducidad.
Cuando desperté, me percate de que no había dejado de sonreír, al punto de que me dolían las mejillas. Nunca me había pasado algo así, pero supe que por ese brevísimo (para el tiempo de una vida) momento, había sido plenamente feliz. -

No hay comentarios:

Publicar un comentario